
En una era donde la palabra «ansiedad» se usa comúnmente para describir desde nervios antes de una cita hasta momentos de estrés laboral, los expertos alertan sobre la importancia de diferenciar entre sentirse ansioso ocasionalmente y vivir con un trastorno de ansiedad que requiere atención. Según la OMS, los casos de ansiedad clínica han aumentado un 25% a nivel global en los últimos años, pero ¿cómo saber cuándo es algo pasajero y cuándo se necesita ayuda?
La línea roja: duración e intensidad
Los psicólogos explican que la clave está en la persistencia de los síntomas. Mientras que la ansiedad situacional (como la que se siente antes de un examen) desaparece al resolver la situación, el trastorno de ansiedad se manifiesta con:
Síntomas físicos constantes (taquicardia, sudoración, insomnio)
Preocupación excesiva por cosas cotidianas durante más de 6 meses
Evitación de actividades normales por miedo irracional
Señales de alarma que no debes ignorar
El Dr. Carlos Sánchez, psiquiatra del Instituto de Neurociencias, advierte: «Cuando la ansiedad limita tu vida —dejas de socializar, faltas al trabajo o tienes ataques de pánico recurrentes— ya no es ‘estrés normal'». Otros indicadores peligrosos incluyen pensamientos catastróficos constantes o síntomas gastrointestinales sin causa médica.
¿Cuándo buscar ayuda?
Los especialistas coinciden: si los síntomas duran más de dos semanas y afectan tu funcionamiento diario, es momento de consultar. «Hoy existen tratamientos efectivos, desde terapia cognitivo-conductual hasta técnicas de mindfulness», asegura la psicóloga Valeria Martínez. La buena noticia: el 80% de los casos mejoran significativamente con el abordaje adecuado.
En tiempos donde el 40% de las personas confunde estrés con ansiedad patológica, reconocer la diferencia puede ser el primer paso hacia una vida más equilibrada. ¿La meta? Normalizar la salud mental sin banalizar los trastornos reales.