Megan Fox volvió a encarnar la esencia de su personaje más icónico con un estilismo provocador y simbólico durante una proyección especial del filme que marcó su carrera.

En el marco del ciclo Monster Mash del Academy Museum of Motion Pictures en Los Ángeles, Megan Fox reapareció con un atuendo que parecía sacado directamente del universo de Jennifer Check, su personaje en la película Jennifer’s Body. La actriz lució un vestido corset en tono nude, decorado con cristales rojos que simulaban sangre, acompañado de un collar tipo choker con gotas escarlatas y uñas afiladas en rojo intenso. El look fue una clara referencia al terror sensual que definió la estética del filme.

Durante el evento, Fox compartió escenario con la directora Karyn Kusama para reflexionar sobre el impacto cultural de la película, que en su estreno fue subestimada pero que hoy es considerada una obra de culto feminista. La actriz reveló que el papel le permitió canalizar el estrés que vivía en 2009, cuando la presión mediática la tenía emocionalmente desbordada. “Estaba perdida. El guion me dio una voz que no sabía cómo usar”, confesó.

Su elección de vestuario no fue casual: más allá del homenaje visual, Fox convirtió su presencia en una declaración de empoderamiento. A sus 39 años, la actriz ha abrazado el legado de Jennifer’s Body como una historia que desafía estereotipos y reivindica la complejidad femenina en el cine de terror.

La aparición de Fox fue celebrada en redes sociales como uno de los momentos más icónicos del mes, justo en vísperas de Halloween. Críticos y seguidores destacaron la coherencia entre su estilismo, el contexto del evento y el mensaje que transmitió: una mujer que transforma sus heridas en fuerza creativa.

La proyección no solo sirvió para revivir el filme, sino también para abrir una conversación sobre cómo el género de terror puede ser una plataforma poderosa para explorar temas como la cosificación, la venganza y la autonomía femenina. Escrita por Diablo Cody, Jennifer’s Body ha sido revalorizada como una narrativa que va más allá del horror adolescente, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y evolución.