Ana de Inglaterra cumple 75 años: la reina sin corona que marcó su propio destino

Este 15 de agosto, la princesa Ana celebra 75 años de vida, y lo hace como ha vivido: con discreción, firmeza y una entrega inquebrantable al deber. Hija de la reina Isabel II y hermana del actual monarca Carlos III, Ana nunca ha llevado corona, pero ha ejercido un tipo de reinado silencioso que ha dejado huella en la historia de la monarquía británica.

Desde joven supo que su papel sería secundario. La ley de primacía masculina la relegó en la línea de sucesión, pero lejos de conformarse, trazó su propio camino. Fue la primera royal en competir en unos Juegos Olímpicos (Montreal 1976), la primera en participar en un programa de televisión, y la única que enfrentó un intento de secuestro con una frase que se volvió leyenda: “Not bloody likely”. Su carácter directo y su temple la convirtieron en una figura respetada dentro y fuera del Reino Unido.

En 1987 recibió el título de “Princesa Real”, un reconocimiento a su incansable labor. Ha presidido más de 300 organizaciones benéficas, realizado más de 20.000 actos públicos y hasta fue nominada al Nobel de la Paz por su trabajo humanitario. Incluso tras un accidente ecuestre en 2024 que la dejó hospitalizada, volvió a sus compromisos en menos de tres semanas, reafirmando su ética de trabajo férrea y su compromiso con la institución.

Mientras otros miembros de la familia real han protagonizado titulares por escándalos o excesos, Ana ha cultivado una imagen sobria y funcional. Recicla sus trajes desde hace décadas, desayuna plátanos “casi negros” por digestión, y sirve tartas enlatadas a sus invitados sin perder elegancia. Su estilo no busca impresionar, sino representar.

Este año, el Palacio de Buckingham emitió un comunicado que resume su legado: “Ana es una figura insustituible. Su entrega ha sido clave en la continuidad de la monarquía”. Carlos III la considera su asesora más confiable, y aunque nunca será reina, muchos británicos la ven como la mejor reina que nunca tendrán.

A los 75, Ana no planea retirarse. “Quizá a los 90”, ha dicho con su habitual flema británica. Su vida es una lección de constancia, dignidad y propósito. En tiempos donde la monarquía se reinventa, ella representa lo que nunca debería perderse: el compromiso silencioso, la lealtad sin condiciones y el poder de marcar historia sin necesidad de ocupar el trono.

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