Kate Middleton deslumbra en Windsor con una tiara reservada para reinas

Durante el banquete de Estado celebrado en el Castillo de Windsor en honor al presidente alemán Frank-Walter Steinmeier y su esposa, Kate Middleton, princesa de Gales, acaparó todas las miradas con una elección que marcó historia: el Oriental Circlet, una tiara que tradicionalmente ha sido patrimonio exclusivo de las reinas británicas.

El legado de la joya

  • Diseño original: creada en 1853 por Garrard para la reina Victoria, a petición del príncipe Alberto.
  • Transformaciones: la reina Alexandra sustituyó los ópalos iniciales por rubíes indios, convencida de que atraían mejor fortuna.
  • Historia reciente: la Reina Madre la convirtió en una de sus piezas predilectas, mientras que Isabel II apenas la mostró en público.
  • Mensaje diplomático: su origen alemán se interpretó como un gesto de cortesía hacia los invitados de honor.

Estilo impecable

La princesa acompañó la tiara con un *vestido azul de Jenny Packham, bordado con lentejuelas que aportaban un efecto brillante y sofisticado. El look se completó con *pendientes de diamantes heredados de la reina Isabel II, además de la Orden de la Familia Real y la estrella de la Orden Victoriana.

El banquete tuvo lugar en el *St. George’s Hall, adornado con un árbol navideño de siete metros iluminado con miles de luces, que aportó un aire festivo a la solemnidad del evento. Entre los asistentes destacaron personalidades internacionales como *Claudia Schiffer y Hans Zimmer, reforzando el carácter global de la velada.

Más que moda, un gesto político

La aparición de Kate Middleton no solo fue un despliegue de elegancia, sino también un acto de diplomacia visual. Al rescatar una joya victoriana vinculada a Alemania, la princesa envió un mensaje de respeto histórico y unidad. Con ello, reafirmó su papel como figura central de la monarquía británica y como símbolo de continuidad entre tradición y modernidad.

Kate Middleton no solo brilló en Windsor, sino que devolvió protagonismo a una pieza que llevaba décadas en las sombras. Su elección confirma que cada detalle en la realeza británica es un gesto calculado, capaz de unir historia, diplomacia y estilo en un mismo instante.

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