
Después de casi una década de altibajos, compromisos y una hija en común, Katy Perry y Orlando Bloom han decidido tomar caminos separados. La noticia, que ha sacudido al mundo del entretenimiento, marca el cierre de una de las relaciones más seguidas y comentadas de Hollywood.
Aunque la pareja ya había enfrentado una separación en 2017, esta vez la ruptura parece definitiva. Según fuentes cercanas, el detonante habría sido una fuerte diferencia de perspectivas tras el viaje espacial de la cantante con Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos. Mientras Katy vivía la experiencia como un logro personal, Bloom lo consideró “vergonzoso y ridículo”, lo que generó una discusión que fracturó aún más la relación.
La ausencia de Katy en la próxima boda de Bezos, a la que Orlando sí asistirá, ha reforzado los rumores de separación. De hecho, allegados al actor aseguran que planea “estrenar su soltería” durante la celebración, mientras la intérprete de “Roar” continúa enfocada en su gira mundial The Lifetimes Tour, con fechas confirmadas en Sudamérica.
En entrevistas pasadas, Katy había revelado que su relación con Bloom atravesó momentos complejos desde el inicio. Ambos asistieron al retiro emocional The Hoffman Process, donde trabajaron en su crecimiento personal. “Le mostré lo peor de mí y él no se asustó. Ahí supe que era el padre de mi hija”, confesó en una charla íntima. Sin embargo, ni la terapia de pareja ni el compromiso lograron sostener el vínculo frente a las diferencias irreconciliables.
La pareja, que se conoció en 2016 y se comprometió en 2019, comparte la crianza de su hija Daisy Dove, nacida en 2020. Aunque su historia de amor ha llegado a su fin, ambos han dejado claro que su prioridad será el bienestar de su hija y el respeto mutuo.
Así concluye un capítulo que, aunque lleno de luces y sombras, deja una huella imborrable en la memoria de sus seguidores.