Kim Kardashian celebró sus 45 años en la ciudad del amor con una combinación magistral de elegancia, nostalgia de los 90 y una fiesta que bien podría competir con una gala de cine. La noche del 21 de octubre la encontró en París, donde horas antes había asistido al estreno de su nueva serie en Disney+ y Hulu, luego se transformó para una velada privada que quedará en los recuerdos de la capital francesa.

En la alfombra roja de la premiere, Kim deslumbró con un vestido Dior azul claro de la colección Spring/Summer 2000, firmado por John Galliano, que realzó su figura y marcó la pauta de una celebración enfocada en el estilo de archivo. Pero ese look fue solo la entrada. Por la noche, en el famoso cabaré parisino Crazy Horse, la empresaria cambió al instante su imagen para vestir un corsé dorado asimétrico de Givenchy Haute Couture 1997 (Alexander McQueen), combinado con falda blanca fluent y sandalias doradas, canalizando una “diosa griega moderna” ante todos los flashes.

La fiesta alcanzó su clímax con luces rosadas y moradas, un pastel tipo croquembouche con macarons incluidos y regalos de flores de sus cuatro hijos —North, Saint, Chicago y Psalm—, además de donuts de Krispy Kreme y papas fritas como guiño a la espontaneidad. En una historia de Instagram, Kim mostró una gigantesca croissant que dijo era “el más grande que había visto” y compartió el momento con su madre y manager, Kris Jenner, quien no dejó de festejar a su lado.

Aunque Kim ya ha celebrado muchos cumpleaños, este se sintió distinto: con proyectos frescos, una presencia madura y un entorno de amigos, familia y trabajo que confluyen. Este 45.º aniversario no solo fue una festividad, sino una declaración: la marca Kim Kardashian sigue vigente, reinventándose sin perder esa esencia que la hizo comenzar.