Kris Jenner, la indiscutible matriarca del clan Kardashian-Jenner, conmemoró su cumpleaños número 70 con una fiesta que podría haberse rodado como una película de James Bond. El exclusivo evento se llevó a cabo en la imponente mansión de Jeff Bezos y Lauren Sánchez, en Beverly Hills, y reunió a algunas de las figuras más influyentes del mundo del entretenimiento y los negocios.

El festejo, con temática “007”, apostó por un estilo *Old Hollywood, entre trajes de gala, luces doradas y copas de champán que nunca se vaciaban. Según reportes de *People Magazine y The Standard, la lista de invitados fue tan impresionante como la decoración: Oprah Winfrey, Mariah Carey, Adele, Mark Zuckerberg, el príncipe Harry y Meghan Markle, entre muchos otros, compartieron una noche que desbordó elegancia y exclusividad.

La homenajeada deslumbró con un vestido rojo escarlata sin tirantes, acompañado de guantes largos y joyas relucientes, evocando el encanto clásico de las chicas Bond. La organización estuvo a cargo de la reconocida planificadora de eventos Mindy Weiss, quien transformó la residencia de Bezos en un set cinematográfico, con detalles personalizados que incluían el emblema “0070”, una divertida mezcla entre la icónica saga y la nueva edad de Kris.

Un detalle curioso que llamó la atención fue la ausencia de cámaras del reality “The Kardashians”. Según fuentes cercanas, esta celebración fue un asunto completamente privado, sin grabaciones oficiales, lo que la convierte en una joya reservada solo para quienes tuvieron la suerte de recibir la codiciada invitación.

A la mañana siguiente, Kris compartió en redes sociales su agradecimiento y describió la velada como “una noche mágica e inolvidable”. Y no es para menos: entre estrellas internacionales, copas levantadas y una atmósfera cargada de glamour, la fiesta dejó claro que Jenner no solo domina los negocios y la televisión, sino también el arte de celebrar la vida con estilo.

¿Fue una noche de envidia o inspiración? Lo cierto es que a los 70, Kris Jenner sigue demostrando que su poder y sofisticación son dignos de una película… o, al menos, de un brindis legendario.