Lupita Nyong’o ha abierto un debate poderoso tras revelar que su victoria en el Oscar no fue el pasaporte a papeles más diversos como muchos esperaban. En una entrevista reciente, confesó que después de su triunfo por 12 Years a Slave los guiones que le llegaban la encasillaban nuevamente en personajes de esclava, incluso con propuestas macabras como servir en un barco de esclavos.

La actriz describió esa etapa como “muy delicada”: mientras ella esperaba expandir su carrera, la industria parecía repetir un patrón. “Pensarías que después del Oscar vendrían papeles principales, pero no fue así. Me ofrecían más historia de sufrimiento”, contó con franqueza. Además, comentó que algunos medios especularon si su carrera se desvanecería tras el reconocimiento, una narrativa que ella atribuye al racismo y también al colorismo.

Nyong’o dejó claro que no estaba dispuesta a perpetuar estereotipos dañinos para los personajes africanos. Dijo que incluso aceptaría trabajar menos si con eso evitaba asumir roles que redujeran a las mujeres negras a figuras de dolor. “Prefiero un trabajo menos al año a seguir alimentando esos estereotipos”, afirmó.

Con estas palabras, Lupita reivindica no solo su dignidad como actriz, sino también su compromiso con una representación más auténtica de su origen. Su postura ha encendido una conversación en Hollywood sobre cómo el reconocimiento no siempre corresponde a oportunidades reales, especialmente para las actrices negras.