
En medio de la atención mediática que rodea a la dinastía Aguilar, el cantante mexicano Pepe Aguilar enfrenta una prueba que va más allá de los escenarios y los reflectores. Su inseparable compañero, el pug conocido como “El Gordo”, fue diagnosticado con artritis severa en la cadera, una enfermedad que ha afectado su movilidad y lo ha obligado a depender de analgésicos para aliviar el dolor.
Aunque muchos pensaron que se trataba de uno de sus hijos biológicos, el artista aclaró que “El Gordo” es más que una mascota: es parte de su familia, su “hijo consentido”, como lo han llamado también Ángela y Leonardo Aguilar en diversas entrevistas. El vínculo entre Pepe y su perro ha sido tan profundo que incluso lleva tatuado su rostro en el brazo, y lo acompaña en giras, alfombras rojas y presentaciones alrededor del mundo.
Tras compartir la noticia en su cuenta de Instagram, Aguilar pidió a sus seguidores enviar “buena vibra” para el Gordo, quien podría necesitar una intervención quirúrgica. “Tiene que estar con fuertes analgésicos porque le cuesta trabajo caminar y brincar. Probablemente necesite cirugía. Pero vamos a salir de ésta queriéndolo mucho. Por lo pronto anda bien a gusto”, escribió el cantante.
La reaparición pública de Pepe Aguilar, captado recientemente en Beverly Hills junto a su familia, mostró a un artista sereno, reflexivo y rodeado de afecto. Las imágenes difundidas lo muestran conversando con su pareja, mientras esperan su vehículo, en una escena que contrasta con la preocupación que vive puertas adentro.
Este episodio ha generado una ola de empatía entre sus seguidores, quienes han respondido con mensajes de apoyo y cariño. Más allá de la fama y el éxito, Aguilar demuestra que el amor por los seres que nos acompañan —humanos o no— puede ser tan profundo como cualquier lazo de sangre.
En tiempos donde la salud emocional y el bienestar de los animales cobran cada vez más relevancia, la historia de Pepe y El Gordo nos recuerda que la familia se construye también desde el afecto, la lealtad y la compañía silenciosa que nos sostiene en los momentos más difíciles.