Puerto Rico no se va: Bad Bunny convierte el “Choli” en un grito de identidad

San Juan, Puerto Rico. El Coliseo José Miguel Agrelot se transformó en algo más que un escenario: se convirtió en un altar de memoria, resistencia y orgullo boricua. Con el arranque de su residencia No Me Quiero Ir De Aquí, Bad Bunny no solo ofreció un espectáculo musical, sino una experiencia colectiva que resonó en el alma de más de 15,000 puertorriqueños que, entre lágrimas, aplausos y banderas, le gritaron al unísono: “¡No me quiero ir de aquí!”

Un concierto que trasciende lo musical

Desde el 11 de julio, Benito Antonio Martínez Ocasio —el artista que redefinió el reguetón y la música urbana— inició una serie de 30 conciertos que se extenderán hasta septiembre. Pero esta residencia no es una gira convencional. Es una declaración de amor a su tierra, una denuncia contra el desarraigo y una celebración de la puertorriqueñidad en su forma más pura.

La escenografía, cuidadosamente diseñada, recrea una casita de campo, flamboyanes en flor y elementos típicos del barrio. Cada visual proyectado en pantalla —desde datos históricos hasta frases como “Puerto Rico es un archipiélago, no solo una isla”— refuerza el mensaje: aquí se canta con el corazón y se vive con la historia a flor de piel.

Cultura, política y memoria colectiva

El repertorio incluyó temas como Lo Que Le Pasó a Hawaii, Turista y Nuevayol, que abordan la gentrificación, el desplazamiento y la nostalgia por el hogar. Bad Bunny no esquivó los temas difíciles: proyectó mensajes sobre el estatus colonial de Puerto Rico, la imposibilidad de votar en elecciones presidenciales y la invisibilidad institucional que enfrenta la isla.

Además, las primeras nueve funciones fueron reservadas exclusivamente para residentes locales, en un gesto que muchos interpretan como justicia cultural. “Esto no es solo música, es resistencia”, dijo un espectador entre lágrimas.

Invitados sorpresa y momentos virales

La noche inaugural contó con la presencia inesperada de LeBron James, quien apareció en escena para saludar al público y reforzar el carácter global del evento. Pero el verdadero protagonista fue el pueblo: miles de boricuas vestidos con camisetas de Roberto Clemente, pavas y banderas, gritaron con fuerza lo que sienten desde hace años: “¡No me quiero ir de aquí!”.

Impacto económico y legado cultural

Se estima que la residencia generará más de 377 millones de dólares en ingresos para la isla, con una asistencia total superior a las 600,000 personas. Restaurantes, hoteles y comercios viven un auge sin precedentes, aunque también se alzan voces que advierten sobre los riesgos de la sobreexplotación turística.

Bad Bunny, consciente de esta dualidad, ha usado su plataforma para educar, denunciar y celebrar. “Por los próximos 100 años, si Dios me lo permite, yo voy a estar aquí”, dijo en pleno concierto, provocando una ovación que aún resuena en el corazón del “Choli”.

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